Arrancado del sueño


 

/ Traducido por Valerie Mejer con Mac Test (bilingue) Arrancado del sueño
/Torn Awake: Tucan de Virginia (Mexico)


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Arrancado del sueño da comienzo con una invitación: “Llama a la dirección en la que el ojo está mirando, línea de visión”... “No retires la vista.” Tiene algo de humor en principio que alguien adentro del libro obedece y responde “yo no he retirado la vista.” Obedecer a esta línea es una condición fundamental para leer este libro y ver con él, a través de él. Desde sus pestañas, como el autor diría. Como si se tratara de una armonía que va tomando un sentido en una sinfonía en la medida que se reitera con intervalos de movimientos que crecen (o que dicen más), la frase “línea de visón” crece. En un momento dado en el poema “Para el lector”, la instrucción para crear la imagen de subir y bajar delicadamente terminan haciendo un paralelo con el brazo de un tocadiscos cuya aguja se atora en uno de los surcos de la tierra-disco y “la apariencia se derrama como canción de rana”. Vale la pena notar qué ordena que la vista se retire del espejo, donde uno sólo se puede ver a sí mismo y que la línea de mirada y el mundo se encuentran en un punto. Me recuerda esa carta de San Pablo a los Corintios que dice “Ahora vemos oscuramente por medio de un espejo, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, así como fui conocido.” Por eso a pesar de cómo él mismo dice “no soy ningún sherpa” (entrevista con el autor) esta dimensión del libro toca esas notas que tiene lazos con todas las religiones: “ahí donde rasguña la superficie de lo que surge visiblemente”. Es fundamental seguir la instrucción “no retires la vista” para no confundirlo con la poesía del lenguaje o con un poeta que va plagando sus páginas de imaginería. Así, si una pareja se reduce corriendo es porque se refleja en el tapón de una llanta de coche, si él se ve a sí mismo al revés es porque se está viendo en el ojo de un caballo. Es cuestión de acompañar a su ojo. Forrest Gander coloca en “La inmensidad de lo que está faltando” a una pareja en la Meseta de Pahute, en una especie de exilio radiactivo que me recuerda al génesis, sobretodo cuando Gander escribe: “¿No fuimos alguna vez del ancho de los pájaros y nos despertamos juntos? Pero algo me ha expulsado a silbidos”. En ese espacio que él describe como el exilio entre uno y uno mismo, él dice: “He perdido el consuelo de la fe, / mas no la ambición de adorar,/ de estar de pie donde el cruce sucede”. El cruce que de principio corresponde básicamente al lugar donde la mirada y el mundo se encuentran, en donde la imagen y el reflejo están doblados (como en la orilla de un lago), en donde el eje de uno mismo se encuentra con el eje del Otro. El libro arroja una serie de hilos sobre ese complejo tapiz que es la escritura de Gander y al leerlo puedes verlo por ambos lados. Si es que no has retirado la vista. La instrucción de su amigo Robert Creeley “veo mientras escribo” (I see as I write) tiene que ser seguida a la inversa “veo mientras leo” (I see as I read).

Mundo aparente, el libro insiste,

no el único. ¿O se trata de una traducción equívoca?

Decir: He perdido el consuelo de la fe

mas no la ambición de adorar,

de estar de pie donde el cruce sucede.

De "Arrancado del sueño"
Traducción de Valerie Mejer & E.M.Test

 
 
Nancy Campana